martes, 20 de diciembre de 2011

Capítulo 8. Parte 2.

- Cuéntame un cuento.
- Ahora Ariadna? Estoy cansada.
Me hizo sentarme de un empujón en la cama, se acomodó poniendo la almohada entre su cabeza y la pared y, cuando se había arropado lo suficiente para no tener frío, me dio el libro de "Micky Mouse".
- Porfi, Lucía...
- Acabo de venir de una fiesta, enana... ¿Me vas a hacer leerte ahora un cuento?
- Porfi, porfi, porfi, porfi, porfi, porfi, porfi. - Decía mientras me zarandeaba de un lado a otro agarrándome el brazo derecho.
- Vaaaaaaaaaaaaale. Pero te cuento el que yo quiera, nada de Micky Mouse.
Asintió sonriendo. Siempre consigue lo que quiere.
- A ver... En este cuento no hay ni princesas ni ranas, ¿vale?
- ¿Y qué hay? ¿Unicornios?
- Vale, venga, unicornios. ¿Y qué más?
- Una niña.
Miré por la ventana. Era muy de noche, demasiado tarde. Las aceras estaban mojadas después de la tormenta que había habido y el silencio se apoderaba del exterior.
- Pues había una vez una niña que tenía un unicornio. Pero, Ariadna, ya sabes que siempre que queremos más de lo que tenemos. Y la niña, no quería solo su unicornio. Quería perros, gatos, pájaros...
Sus padres siempre le decían que tenía que conformarse con lo que tenía, pero la niña...
- Rubia. - Me interrumpió Ariadna.
- ¿Quieres que sea rubia, como tú?
- Sí.
Le conté que tenemos que tener claro lo que queremos, aunque dudemos. Que por muchas cosas que queramos, lo que tenemos, lo tenemos, y eso ya es algo. También le expliqué que hay que hacer las cosas de una en una, y no debemos adelantarnos o hacer todo a la vez, porque saldrán mal.
Le dije muchísimas cosas, entre ellas, que tiene que querer a la gente y demostrarlo.
- ¿Demostrarlo? Yo lo demuestro.
- Claro que lo demuestras, canija. Pero sabes qué? Que solo las personas que dicen "te quiero" son realmente felices. Está comprobado. Yo he hecho un estudio sobre ello.
- En el instituto?
- No - reí. - Aquí, contigo, con mi madre, con mi padre, con mi hermano, con mis amigos...
- Con tu novio?
- Yo no tengo novio.
- Y Miguel qué es?
- Mi amigo, Ariadna, es mi amigo.
- Acaba ya con el cuento, vamos.
El cuento terminó con un final feliz de esos de comer perdices. Nunca he estado de acuerdo con ellos, ni todos los finales son felices, ni se deberían comer perdices. Que yo de pequeña me imaginaba a Cenicienta comiéndose un plato de perdices en Palacio con el príncipe, y se me quitaban las ganas de todo.

A la mañana siguiente desperté y tenía cuatro millones de llamadas perdidas de Amanda. No las contesté porque no me apetecía hablar del tema. Iba a pasar de todo, de tíos, te problemas... de todo.
Voy a dedicarme a ser egoísta. Ahora me preocupo de mí y ya está.
Ariadna seguía dormida. Así, acurrucada con el peluche rodeándola porque es más grande que ella, me daban ganas de matarla a besos. Yo jamás pensé que se podía querer tanto a alguien.
La tenía que despertar porque sus padres iban a venir a por ella en 15 minutos , pero la dejé durmiendo mientras recogía toda la ropa que me puse anoche y la echaba a lavar.
Debí hacer mucho ruído, porque la desperté.
- ¿Qué hora es, fea? - Me dijo estirándose entre las sábanas.
- Las nueve, puedes dormir 5 minutos más si quieres, renacuaja.
- ¿LAS NUEVE? ¿Y no me avisas antes? ¡Que ya ha empezado Dora La Exploradora!
- Perdone usted. Venga, ahora te preparo el desayuno.
Corrió hacia el salón y se quedó viendo cómo "la valiente protagonista" ayudaba a una oveja.

Me llamó Amanda por teléfono mientras yo le preparaba el desayuno a Ariadna. Me contó que había hablado con Miguel y que estaba algo molesto por lo de Pablo. Le dije que me daba igual, que yo no era dueña de nadie, y volvimos a discutir. Empiezo a pensar que me quedo sola en esto. Ya no me importa. Sé que lo que hago, no está del todo mal.

Ariadna se fue y la casa se quedo como vacía. Aunque estaba mi hermano, pero me ignora. Bajé a por el pan y me encontré con Miguel. Bueno... no me encontré, parecía que él estaba esperándome. Y yo recé porque no se fijara en mi pelo despeinado.
- Hola. - Me dijo levantando la cabeza, que tenía la mirada fijada en el suelo.
- ¿Qué haces aquí?
- Yo también me alegro de verte... He venido a comprar el pan.
- A ti te viene mejor la panadería que está más cerca de tu casa.
- Ya, pero allí no estás tú.
Permanecí callada. No supe qué contestar, y cuando fui a abrir la puerta se puso delante y no me dejó pasar.
- Joder... déjame pasar.
- ¿Pero de qué coj**es vas? ¿Ahora pasas de mí?
- Siempre he pasado de ti. Déjame entrar.
- Eres una niñata, que no sabes ni lo que quieres. Pasa, puedes pasar. Pero pasa también de mí.
- Un placer. Adiós.
La he vuelto a liar. Raro en mí. Lo sé.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Capítulo 8. Parte 1.

Hace un mes que estoy perfecta. Sin ninguna lesión, sin ojeras y sin nada que me impida continuar.
Me costó mucho ponerme al día en clase, pero ya todo va bien. En matemáticas no paso del 6 y en lengua no bajo del 9.
Respecto al beso de Miguel... no hemos vuelto a hablar del tema y cuando nos vemos, ni nos miramos. Es mejor así.
El otro día me dijo Amanda que si me iba con ella a la discoteca para menores que hay en Madrid, a celebrar que ya estoy bien. Creí que íbamos sólo ella y yo, así que me puse guapísima, porque al lado de ella, yo no soy ni la mitad de guapa.
Tenía pensado ligar hasta con la señora de la limpieza. Pero no por ser una 'puting' ni nada, sino porque necesito olvidar a Jorge y a Miguel.
Cuando estaba pintándome los ojos, llamaron al timbre. Era Amanda. Siempre viene a casa a que la arregle, porque yo sé que, si por ella fuera, se pondría rosa, rojo, morado, gris, verde y marrón, tan contenta.
Nos arreglamos y salimos. Bajamos las escaleras y estuvimos mirándonos en el espejo de mi portal. Abrimos la puerta principal y allí estaban todos mis amigos.
Miré a Amanda buscando explicación, porque, ya sabéis que yo creía que íbamos solas. Me miró, sonrió, y me dio un beso.
- Estamos todos aquí para celebrar que sigues con vida, que no nos libramos de ti jamás.
Jorge y Miguel sostenían un papel enorme que decía: Después de un martes 13, viene un miércoles 14.
Estaban todos, pero absolutamente todos. No faltaba nadie. Había globos, cámaras de fotos, sonrisas y mil ganas de pasarlo genial.
Cuando vi el cartel, Miguel me sonrió. Me hubiera gustado pasar la tarde con Amanda, pero dadas las circunstancias...

Llegamos a la discoteca y a mí, lo único que me apetecía era bailar para que mis piernas recuperasen el tiempo perdido.
Se me acercó Miguel y me dijo que quería hablar conmigo. Obviamente , de lo del beso. Ni le dejé hablar.
- Oye Lucía.. Quería hablar contigo de lo de tu casa, ya sabes.
- Miguel, no te preocupes. Si yo ya lo he olvidado. Fue un error y ya está. Venga, a bailar. - Le di un beso y me acerqué al camarero sin parte de arriba que le tapase y que no le quitaba ojo a Amanda , a pedirle una Coca-Cola.
- Dime, guapa.
- Una Coca-cola zero, porfi.
- Maaaarchando una Coca-cola sin cafeína.
- ZERO!
- Zero, zero. Excuse moi, darling.
- Yo te excuso, no problem.
Dejé la Coca-Cola en la barra y me fui a bailar con Amanda. Me contó lo mucho que le gustaba el camarero y yo le dije lo de Miguel.
Me miró ofendida y me dijo que era una niñata sin sentimientos, que no le podía hacer eso a Miguel, que así no podía dejar las cosas. Justo cuando le iba a pedir explicaciones de lo que estaba diciendo, vi que un tío tiraba mi Coca-cola al suelo.
- Pero qué haces? - Le dije gritando.
- No... a ver, no te confundas.
- ¿Qué no me confunda? La vas a pagar tú. Por qué la has tirado? Lo has hecho a propósito, te he visto.
- Que no, yo..
- Tú qué? La has tirado!
- Joder, que te han echado algo en la bebida.
- Qué?
- Sí, y se han ido corriendo, por eso la he tirado, para que no te la bebieses.
- Debería creerte?
- Deberías. Pero bueno, tu haz lo que quieras. Toma, tu dinero de la coca-cola. Adiós.
- No, espera.
- Qué?
- Gracias. - Le dije cogiéndole la mano y dándole el dinero.
- Me llamo Pablo.
Sonreí. - Lucía.
Al final la noche iba a salir bien y todo. Pero eso sólo sale bien en las historias de princesas y perdices. Y yo ni soy princesa, ni tengo perdices, y mucho menos, un príncipe. Yo, la verdad, es que nací para serlo, pero me falló la calabaza, la madrastra y todos los personajes que salen en estos cuentos.
Vi cómo me miraban Miguel y Jorge, como con indignación. Tenían que comprender que yo no puedo seguir así, y que tenía que pasar página.
Se dirigió Miguel a mí, cabreadísimo. Me agarró del brazo y me separó de Pablo.
- QUÉ HACES?! - Le dije. No tiene derecho a tratarme así. No soy de su propiedad.
- Un momento, chaval. Ahora te la devuelvo.
Me llevo a un sitio más separado, donde no nos podía oír nadie. Nadie que conociésemos, claro.
- De qué vas?
- Tengo que pasar página. Déjame. - Intenté irme.
- Pasar página? Tú directamente has cambiado de libro. No me dejas hablar,  ni me miras, ni me llamas, ni nada.
- Pero qué quieres que te diga?
- No, no quiero que me digas nada, quiero que me escuches. Para mí ese beso no ha sido un error, porque para mí tú no eres un error. Te besé porque me apetecía, y lo haría mil veces más. - Dijo en un tono bastante histérico. Pero poco a poco se fue tranquilizando. - Joder, Lucía, que yo te quiero. Y cuando tú estabas enamorada de Jorge, yo aguantaba y me callaba. Y no te consiento que estés ahora con este chaval.
- No soy nada tuyo. Como que no me consientes? De qué vas? Además, Pablo sólo me ha tirado la coca-cola por una cosa... y estábamos hablando.
- Así que no soy nada tuyo... Pues muy bien, Lucía. Cojonudo, eh. Cojonudo!
Y se fue, y me quedé sola, entre gente bailando y Amanda mirándome con la misma cara que me miraba Jorge. Como me miraban todos... Estaban contemplando la escena. Por mucho que nos hubiésemos separado del grupo para hablar, habían oído todo. Y lo duro no era eso, lo duro era que yo no sabía dónde meterme.

martes, 1 de noviembre de 2011

Capítulo 7. Y por querer...

Ejé, han pasado ya semanas desde que estoy en casa. No voy a clase porque la pierna me lo impide. Sé que cuando vuelva, tendré que ponerme al día, pero de momento voy a disfrutar en casa sin hacer nada.
Jorge... Bueno, Jorge sigue ahí. Sin saber lo que quiere, sin saber si me quiere. Me preguntó hace tiempo que cuál era mi sueño y yo, bromeando, le dije que me besasen bajo la lluvia. Se me quedó mirando y me sonrió, me dijo que quería que empezase a llover. Juro que yo estaba temblando más que cuando la de matemáticas me saca a la pizarra. Estábamos él y yo solos. No había nadie más, él y yo. Me miraba, sonría y no aguantaba que mis ojos se clavasen en los suyos, siempre los apartaba mirando a otro sitio. Podría haber reventado los índices de la felicidad. Me besó, le besé. Nos besamos. Y no llovió. Se tenía que ir y yo me quedé mirándole, esperando que se quedase más tiempo. Lo hizo. Me acariciaba, me besaba, me quería. Le quería, le quise, le volví a querer. Y yo me moría de miedo. Sabía que eso no iba a pasar nunca más. Sabía que era él. Le conté que tenía miedo, que yo para él era sólo una más. Me lo negó, me dijo que sólo me quería a mí. Y yo... le creí.
Sentada, observé como se iba. Con la BlackBerry en la mano, dándose la vuelta sonriéndome, diciéndome que me quería. Con las muletas, llegué a casa, lentamente. Recordando lo que había pasado. Qué había pasado.
Recuerdo que al día siguiente estuve intentando no acordarme de lo que había pasado. Sabía que si lo hacía, iba a morir poco a poco. Supongo, que debería estar orgullosa de lo que había hecho, pero no signifiqué nada para él. Un lío más. Una más.

A día de hoy, puedo decir, que estoy en proceso de desenamoramiento. Viendo 'Mujeres y hombres y viceversa' en la tele. Y con una foto suya en el móvil. La veo y recuerdo todo. El hospital, él, preocupado por mí, el miedo que sentí cuando creí que había muerto, el beso, las caricias, y no hemos vuelto a hablar. Le bloqueé en chat para dejar de ver su nombre.

Creo y sé que mi vida podría haber sido increíble si no fuese yo. Es decir, si estudiase más, si comiese, si tuviese a ese alguien que me hace temblar cada vez que le veo. Sí, he dicho si comiese. Hace tiempo he dejado de comer. No por anorexia ni nada, es, tan solo, que no me apetece. No tengo hambre. Se me notan los huesos y cuando me veo delante del espejo, me doy asco. Creo que la adolescencia ha acabado conmigo. O yo misma. Paso de todo y sé que lo que hago está mal. Mamá no para de obligarme a comer, a sonreír, a estudiar. Pero claro, no puede obligarme. Soy independiente.

Echo de menos la Lucía llena de energía, que cuando notaba que el mundo se le venía encima, sonreía y le espantaba. La fuerte, la madura, la inmadura y la débil. Era capaz de ser todo eso a la vez. Ahora no soy nada. Una chica destrozada encima de un sofá, un martes cualquiera.

Arancha viene a casa todas las tardes y se dedica a hacerme compañía. Desde que pasó lo del accidente, la aprecio más. Sé que si le hubiera pasado algo, yo moriría. Me hace dibujos y me roba las muñecas.
Amanda también viene, y me explica lo de clase. No suelo prestarle mucha atención, me aburre. Jorge ha desaparecido, como ya os dije, y... mi mejor amigo el otro día me besó.
Mis amigos suelen decirme que esto es sólo una mala época, que todo se va a arreglar. Seguramente. Pero de momento, yo sigo en un martes 13, bien jodida.

- Rubia, que después de un martes 13, viene un miércoles 14. - Me dijo mi mejor amigo, Miguel.
- Miguel, llevo en un martes 13 desde que pasó todo esto.
- Ya, bueno, pero yo estoy contigo en el martes 13. Acuérdate.
- Me acuerdo, gracias.
- Te quiero.
- Y yo. - Dije quitando el bloque de dibujos que Arancha había dejado encima de la mesa.
Os podéis imaginar lo que vino después. Beso, miedo, y más problemas para mi lista.

sábado, 15 de octubre de 2011

Capítulo 6. A soñar, se ha dicho.

Amanda me dejó sola. Hice esfuerzos por no quedarme dormida, pero poco a poco se me iban cerrando los ojos y entré en un profundo sueño. Soñé que estábamos Amanda, Jorge y yo. Los tres, juntos como siempre. En el banco que solíamos ocupar cuando salíamos del instituto y nos dedicábamos a hablar de cómo nos había ido el día. De cómo nuestros profesores superaban las estupideces, de lo que nos reíamos en clase, de si íbamos o no a suspender ese examen de matemáticas tan horrible que nos había puesto nuestro profesor sin avisar.
Me desperté, asustada, pero alguien me dijo que me volviese a dormir, que había tenido un accidente muy fuerte  y necesitaba descansar.
Volvía a soñar. Esta vez era algo raro. Estaba yo en París, sola, y eran las 8 de la mañana. Me encontraba en un hotel, en el centro de la ciudad, que suelen llamar, del amor. ¿Para qué quería estar yo sola en la Paris? Si es del amor, como dicen, la gente no va sola. Estaba tumbada en la cama, como si me acabase de levantar, y me vi guapísima. Era una imagen que se podría utilizar de portada de una revista perfectamente. Yo, recién levantada, con un balcón en la habitación el cuál reflejaba a lo lejos la Torre Eiffel , y en una mesa un montón de folios escritos, como si me hubiera pasado la noche escribiendo.
Siempre, desde pequeña, había querido ir a París a escribir un libro, pero en este caso yo era mucho más mayor, tenía , por lo menos, 19 años. Y ESTABA EN PARÍS.
Llamaron a la puerta y rascándome la cabeza fui a abrirla. Un señor con un ramo de flores me pidió que firmase aquel envío, y yo parecía saber de quién venía ese regalo.
En la tarjeta decía algo así: El otro día me preguntaste cómo era mi vida sin ti, y ya he conseguido saber como es mi vida sin ti. Ya no se puede llamar vida, porque he estado regalándotela poco a poco, y ahora que ya no estás, te la has llevado.

Volví a despertar. El olor a hospital me estaba dejando sin respiración y entonces me di cuenta de que había soñado lo que realmente quería hacer con mi vida. Jorge ya no estaba, había muerto. Y yo, supongo, que estoy descrita en el mensaje de esa tarjeta de mi sueño.
No había nadie en mi habitación y el sillón feo sacado de la época de la revolución francesa, seguía ahí.  Me jodía de una manera la muerte de Jorge, que yo pensé que esto iba a acabar conmigo.
Cerré los ojos e imaginé que nada de esto había pasado. Que yo estaba en casa y que tenía que obligar a Ariadna a dejar de ver 'Dora la exploradora' porque llegábamos tarde a la heladería.
Los abrí. Jorge estaba sentado en el sofá, sonriendo, como siempre. Me asusté, siempre me han dado miedo los fantasmas.
- Joder rubita, qué susto me has dado. - Me dijo acercándose.
- Qué haces? Dios, lo estoy soñando todo. Tú estás muerto, venga, va, NO TE ACERQUES. Joder, ni rubita ni leches. Despierta, Lucía, despierta.
- Qué dices? - Dijo Jorge riéndose. Cada vez se acercaba más, e intentó acariciarme.
- NO ME TOQUES, Pero Jorge, si tu estás muerto. Me lo dijo Amanda.
- Joder, me muero y ni me avisan. En serio? Estoy muerto de verdad? Y yo por qué no me he enterado?
- A qué vienes?
- Cómo que a qué vengo? Estás tonta? A ver cómo estas.
- No tienes que seguir la luz esa que dicen que está al final del tunel? LLEGAS TARDE, CORRE, VETE.
- Lucía, deliras?
- Tú sí que vas a delirar de la bofetada que te voy a dar!
- Chéeeeeee, tranqui tronqui.
Apareció una enfermera, estaba asustada porque había oído voces. Me acojoné. Pensé que no se iba a creer que estaba hablando con un fantasma.
- Eh... hola. - Dije intentando que mi voz no temblase. - No hablaba con nadie, es que he tenido una pesadilla.
- ¿No hablabas con él?
- Con quién? Si aquí no hay nadie, solo estoy yo. - Intenté hacerla creer que no hablaba con fantasmas. Se hubiera asustado.
- Lucía, Jorge está aquí contigo, y has estado hablando con él. - Entonces, me acojoné aún más, porque la señorita enfermera que me había puesto la vía mal, también veía espíritus. - ¿Hace mucho que se ha despertado? - Dijo refiriéndose a Jorge.
- Ná... Unos minutos, pero se ha convencido de que yo estaba muerto. Ya le gustaría a ella. - Dijo entre risas.
- Pero.. a mí, Amanda, me dijo que te habías muerto. Y mi madre también. - Dije convenciéndome a mí misma.
- No jodas? A ver Lucía, te atropelló un coche. Llamamos a la ambulancia y tienes alguna lesión. Nada más. Estás bien, pero claro, deliras. Lo mismo se te ha pillado un nervio de la cabeza y te has quedado tonta.
<Otro con la misma broma> Pensé.
- Joder, que no. Que me lo dijeron. Te lo juro.
- No te lo han podido decir porque  has estado todo el tiempo dormida. Lo habrás soñado , tía.
- Maybe.
- Eh, rubia, a mi 'in ingliz' no , que ya sabes que suspendo siempre.
- Y Amanda dónde está?
- Se ha ido a comprar algo de comer, que llevaba aquí todo el día. Lo que pasa es que, ¡cómo come la jodida niña! Se ha ido a  comer a un restaurante con tus padres a mediodía, yo también, y ahora, sigue teniendo hambre. A las 5 de la tarde, con lo que llenaba el cordero...
- O sea, yo aquí, soñando que estoy en París, con la cabeza abierta, e intentando pensar que tú no has muerto, y os vais a comer cordero!
Se rió. Le haría gracia mi situación. La verdad es que muy seria no era. Pero me tranquilizaba saber que Jorge estaba vivo, y que había estado pendiente de mí.

lunes, 3 de octubre de 2011

Capítulo 5: Qué será de mí, de ti, de nosotros.

Abrí los ojos y me encontraba en una habitación de hospital tan vacía que llegué a pensar que era un tanatorio.
Noté la presencia de alguien a mi lado pero no había nadie. Pestañeé varias veces para confirmas que no había ni una sola persona. Nada, nadie, vacío.
Miré a mi alrededor y sólo me encontré un cuadro cutre -que tiene unos pájaros volando, como símbolo de libertad o algo así , aunque aquí dentro metida…-un sillón vacío y una ventana medio abierta.
Quise llamar a una enfermera pero no tuve fuerzas. Seguía notando a alguien allí, pero no había ni un espíritu. O sí.
Me quedé dormida, estaba muy cansada. Soñé que iba con Ariadna por un parque hablando y al llegar a un paso de cebra, en frente de una heladería, me atropellaban. Abrí los ojos asustada. No era un sueño, era pasado. Volví a ver el sillón vacío y el cuadro feo. Esto es horrible.
Esta vez no estaba sola, había alguien al lado de mi cama, sentado. Me costó reconocerle. Era Jorge, sonriéndome.
Jorge-haciéndome-creer-que-todo-va-bien: ¿Cómo estás? Qué susto me has dado.
Yo-emocionada-por-verle-ahí: Sí… bueno. Estoy bien. ¿Qué me ha pasado en la cabeza? ¿Por qué esta vendada?
De repente, desapareció. No estaba. Ya no había nadie. Serán alucinaciones o algo así…
Entró una enfermera en mi habitación, avisándome de que mi familia llegaría en un rato, que estaban todos fuera, y que me recuperaría en unos días. Mi prima y Amanda estaban bien.
Primero, pasaron a visitarme Amanda y Ariadna, porque mi familia estaba ocupada hablando con los médicos. Amanda fingía que todo iba bien mientras Ariadna se dedicaba a jugar con los cables que me rodeaban.
Estuvimos hablando y me contó cómo pasó todo; ya que, yo sólo recordaba que iba con Ariadna y cruzábamos por un paso de cebra, y yo, era atropellada. También recuerdo la voz de Jorge pidiendo ayuda y a Ariadna, llorando.
- Y eso fue todo. – Dijo Amanda.
- ¿Por qué tengo vendada la cabeza?
- Te diste un golpe muy fuerte cuando caíste. Lo mismo te quedas tonta y todo… Más, quiero decir.
- Chiste fácil. – Dejé que pasaran algunos segundos, para que se olvidase la parida tan grande que acababa de decir- ¿Y mi familia? ¿Dónde está?
- Tu padre, hablando con el médico; tu madre, se ha puesto un poco nerviosa y la están tratando. No te preocupes, ya sabes cómo es.
Asentí y permití que siguiera hablando.
- Los demás están fuera: tu hermano, tus abuelos… Pronto entrarán.
- ¿Y Jorge?
No abrió la boca. No dijo nada. Parecía que ocultaba algo. Fue a pronunciar algo y, luego, en forma de arrepentimiento, no hizo nada. La cerró y miró por la ventana.
- ¿Amanda? ¿ Qué pasa? ¿ Jorge no quiere venir a verme?
- No… no es eso. ¿No te han dicho nada?
- Pues no. ¿Qué pasa, joder? ¿Qué pasa?
Se abrió la puerta y entró toda mi familia. Mi abuela y mi hermano iban delante. Papá y mamá, estaban detrás y, el resto, permanecían fuera.
- Adiós – Dijo Amanda- Mañana vuelvo y… hablamos.
- Adiós Amanda. Gracias. – Dijo mamá mientras le daba un beso en la mejilla.
Me sonó el móvil, estaba encima de mi mesilla. Vibro y paró. Sólo sonó un ‘NANA’, no llegó al ‘Came on’, que dice Rihanna en la canción. Lo miré, quise creer que era Jorge. Claro, quise, pero no era él.  Miré la pantalla de mi móvil y ponía que tenía una llamada perdida de 1004.
Lo cierto es que, esperaba que fuese é. Pero como espero tantas cosas y nunca llegan, ya no espero nada.
- Lucía, cariño, ¿cómo estás? – Dijo mamá.
- Bien, mami. Ya te vale, ponerte nerviosa a tus añitos…
- Oye, ¡que me he llevao’ un susto mu’ grande!
Reí, me hace mucha gracia la forma en la que dice las cosas.
- No me río, lo he pasado mal.
- Lo siento, maaaaaaaami. Pero a ver, que hablas con Lucía, con SÚPER-LUCÍA. ¿Un coche para mí, qué es? Nada. No van a acabar conmigo. – Intenté hacer una risa malvada pero me atraganté. Y los cables me lo impedían.
- Tienes una brecha en la cabeza, hija. – Dijo papá- ¿De veras estás bien?
- Papá insinúa que te has quedado tonta. – Se le ocurrió decir al cachondo de mi hermano.
- Que sí, que estoy guay. Por cierto, ¿qué más lesiones tengo?
- En la pierna, tienes algo, algo roto. Tienen que hacerte radiografías.
- También me duele el brazo.
- Vale, hija, luego se lo decimos a la enfermera. – Dijo mamá, en un tono muy amable. Normal, en esta situación, no esperaba menos. – Están tus 390483593859 millones de amigos fuera, pero sólo han dejado pasar a Amanda. Mañana entrarán, que es Sábado y les dejan, vale?
- Chachi.
Estaban todos fuera, me sentía querida. Imaginé que Jorge también estaba fuera y le dije a mamá que si él podía entrar.
- Pues… no. No puede, Lucía. Verás, es que Jorge también está ingresado. ¿Sabes?
- QUÉ?  Qué le ha pasado?
- Cuando fue a pedir ayudar para que te curasen, fue atropellado por un coche. Por lo visto, salió corriendo a la carretera y…
- Y qué?
- Lucía, Jorge no va a volver. Jorge murió en el acto. Fue corriendo a por ti, pero…
En ese mismo momento entró Amanda, había oído todo. Miró a mi madre, y sin que hicieran falta palabras, salieron todos.
- Lucía, Jorge lo único que quería era ir a por ti, pero cruzó sin mirar, como tú. Estuvieron intentando reanimarle mucho tiempo, pero no sirvió de nada.
Un montón de escalofríos recorren mi cuerpo, y ahora, a la que le gustaría estar muerta, es a mí.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Capítulo 4. Heladerías traicioneras.

Han pasado ya varios días desde que no hablo con él.  Y estoy aquí, frente al portatil viendo sus fotos, porque es lo más cercana que estoy a él.
Amanda y él se quieren, yo lo sé. Eso se nota. Pero Amanda no va a salir con él porque me quiere mucho, lo que pasa es que no se da cuenta de que si no sale con él, me va a hacer sentir peor a mí, porque me sentiré mal. Si se quieren, que sean felices. Además, se olvida antes a una persona cuando la ves con otra, porque sabes que ya lo único que queda, es el olvido.

Tengo que hablar con Amanda, tengo que saber si ella le quiere, pero hoy no puede ser, viene mi prima pequeña, Ariadna, a casa.

Riiiiiiing. - Suena el timbre -
- Voooooooooooooooy.
Riiiiing, riiiiin, ringringringRIIIIIIIIIIING.
- Que ya voooooooy.

Abro la puerta, y quién iba a ser. Mi tía con mi prima de sólo cuatro años, pulsando el timbre como si fuese algo divertido jod**me los oídos.

- Hoooooola. - Dice Ariadna sonríendo, sabiendo que lo que ha hecho está mal, pero no pasa nada, no le importa.
- Hooooola Ariadna , hola tía. Qué tal? Pasad.
- Bien, oye Lucía que te la dejo ya, que llego tardísimo a trabajas. A las 8 vuelvo a por ella, adióooooos. Muack.
- Adiós tía.

Ariadna pasa directamente a mi habitación. Es su próxima víctima. Adiós pintauñas nuevos, mesa recogida, y   libros. Por supuesto, de los deberes del instituto, me olvido.

Yo-intentando-ser-amable-con-la-renacuaja-que-acaba-conmigo: Venga Ariadna, a comer. Que luego voy a quedar con Amanda, y tú te vienes.
Ariadna-ignorando-completamente-lo-que-le-digo: Sí sí, pero déjame las Barbies, Lucía.
- Que luego Ariadna , vamos a comer.
- Que me des las barbies!
- A comer he dicho, jo**r!
La-niña-'toh-loca'-después-de-oir-semejante-cosa: Has dicho una palabrota, has dicho una palabrotaaaaaaa.

Dios, dame paciencia, que como me des fuerza, acabo con ella.

Terminamos de comer, y ya he hablado con Amanda y he quedado con ella en que nos vemos a las 6 en la heladería. Todavía queda tiempo, así que decido tumbarme un poquito en la cama. Porque me ha llegado un mensaje de Jorge, y no lo he respondido. Ni lo he abierto, me espero que ponga cualquier cosa ahí.
Pero, como es de esperar, lo abro. Porque no lo puedo evitar, soy impaciente y cotilla.

Jorge: Lucía, me ha dicho Amanda que habéis quedado esta tarde en la heladería. Voy  a ir, hacer mucho que no nos vemos y me apetece verte. No quiero que nos distanciemos. Un beso.

Estoy tan destrozada por todo, que no me sale ni el : ' QUEEEEEEE? ' que suelo decir cuando me impresiona algo. Ni un solo 'va tio'. Nada. Muda.
Será porque quiero verle...

Ariadna está viendo Dora la exploradora y son las seis menos diez. Llegamos tarde.

- Ariadna, no te lo repito, vamos , que me voy sin ti. Te lo prometo.
- Que no joeeeee, que están rescatando al perezoso del árbol.
- Como si rescatan a Don Quijote de un parque eólico. VAMOS.
- Esto no es vida.
- Pero qué dices? Si tienes cuatro años, y te quejas porque no ves el final de Dora. Pues mira, van a salvarle , vale? Y van a ser felices todos. Tranquila.
- Déjame.

Vamos de la mano por el parque, y me va contando cosas de niños de cuatro años. La verdad es que me encanta. Es como mi hermanita pequeña.
Tenemos que pasar por un paso de cebra antes de llegar a la heladería, está justo en frente. Y ya veo a Jorge y a Amanda sonríendome porque me han visto. Les devuelvo la sonrisa, y Ariadna solo dice algo relacionado con : qué chico más guapo. Joder con la niña.
En el paso de cebra no paran de pasar coches y no me dejan, esta al lado de una rotonda. Algo peligrosa, la verdad. Y como no tengo paciencia, cruzo. Lo que no tenía pensado era que me atropellasen.

No sé ni cómo está Ariadna. Oigo la voz de Jorge pidiendo ayuda, y de Amanda gritando. Pero ya sí sé cómo está Ariadna, porque la oigo preguntar por mí. Y yo estoy tirada en el suelo. Noto como me cogen y me meten en una ambulancia. Debo estar llena de sangre, me molesta mucho todo el cuerpo.
Y en lo poco que me queda de conocimiento suena esta canción.



Y ya no sé ni qué pasa, ni dónde estoy, ni quién soy.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Capítulo 3. Mejor no saber.

Después de hablar con Amanda, me tumbé en mi cama. Me puse música en mi mp4, y a pensar. Tenía unas ganas de llorar que me moría. La canción no ayudaba, era triste. Y mis ojos se inundaron en montones de lágrimas que en realidad, lo que significaban era el dolor que me provocaba todo esto.

Yo-en-la-parte-triste-de-la-canción-pensando: O sea que me quiso...

Venga, va, Lucía. Lo pasado, pasado está. A otra cosa mariposa. Pero... lo que más me dolía no era eso, o sí, quién sabe. Bueno , a lo que iba, que me encontraba muy sola. Y cuando estoy moqueando como una niña pequeña abrazada a mi peluche favorito... Clin. Un mensaje de Tuenti.

Mi-exnovio-pesado-hablándome: Lucía, estás? Que pone que estás ausente... 

¡Pero a ver, subn**mal! Si estoy ausente, OBVIAMENTE, no estoy.

Yo-sin-saber-ni-como-estoy: Sí, bueno, estaba escuchando música. Que quieres?
Alberto-continuando-siendo-igual-de-pesado-que-dos-segundos-antes : Nada, quería hablar contigo. Te echo de menos.

Me callo. No hablo. Ahora no, no estoy como para soportar otra vez esta situación incómoda. No, otra vez no. 

Alberto-preocupado-porque-no-contesto-al-mensaje: Lucía? Estás? A ver... es que... Echo de menos esos tiempos en los que nos queríamos (FLIPO) , y me dejaste por una tontería (FLIPO MÁS AÚN) . Quiero vovler a sentir tus labios. (REFLIPO) 

Yo-hablando-sola-con-el-portatil: Quéeeeeeeeeeeeeeeee ? A ver, a ver, a ver. En qué momento te he querido yo, flipao? No te dejé por ninguna tontería. Estábamos en primaria, y ahí todo el mundo sale con todo el mundo. Te dejé porque no me gustabas! Mis labios? Si no los has sentido nunca!

Intento mantener la calma y 3,2,1...

Yo-contestándole-más-tranquila: Alberto, se acabó todo. Y yo quiero a otro, no puede ser. Además, que tu y yo no nos hemos besado nunca, jajajaj (Risa falsa)

Él-intentando-quedar-bien : Ya , bueno, pero en mis sueños si.

Va tioooooooooo. Ahora estoy yo para ñoñadas, que sí, que soy de esas románticas tontas. Pero no en este momento, no.

Cierro tuenti y vuelvo a la cama. Me tumbo, respiro, y escucho la música. Siendo sincera... me entran ganas de cortarme las venas. 
Y empiezo a imaginar lo felices que podíamos haber sido él y yo juntos. Pasearíamos por parques, pisando las hojas y evitando charcos. Habríamos ido al cine los sábados y a cenar los domingos. Nos hubiéramos hecho 90000000 fotos, y luego solo nos quedaríamos con dos.  Hubieramos sido tan tan felices...
Y algo en mi cabeza me dice que tú, tú quieres a Amanda.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Capítulo 2. Pero lo hice.

Después de colgar a Amanda, estuve tres minutos CONTADOS sentada en la cama, pensando en nada. Bueno, en realidad sí pensaba, pensaba en si abrir el mensaje o no. En qué hacer.
Lo cierto es que quería saber qué ponía en el dichoso mensaje, pero tenía miedo a que pusiese lo que estaba pensando.
Y lo abrí. Enciendo el ordenador, pongo la contraseña, abro tuenti, 10% cargado, 40% cargado, 70% cargado... Listo. 1 mensaje privado sin leer. Vaya, de quién será.
Y le pincho. Y leo la primera frase. Sí, esa que sale siempre en los mensajes privados. Y dice algo así: Lucía, respecto a lo de hoy, quería hablar contigo, pero te...
¡¿Pero te qué? A ver, ¿Pero te qué? Venga, paciencia. Le pincho y lo veo entero o no. Dos opciones, fácil. Quiero saber que dice, pero es que... Puf.
Y le pincho, y soy tonta. Y lo leo, y sigo siendo tonta. Y suena el timbre, y ahora dejo de ser tonta yo y pasa a ser tonta la señora que ha llamado y me ha interrumpido. Y salgo de mi habitación, atravieso el pasillo, llego al recibidor, abro la puerta, y mi querida vecina pesada está ahí, sonriendo. Que cojo**s querrá.

Yo-saludando-sonriendo-falsamente-a-mi-vecina-pesada: Hola
Vecina-pesada-sonriendo-como-si-hubiera-un-enano-detrás-estirándole-la-cara: Hola bonita, están tus papis?
Yo-acordándome-de-su-familia: Pues fíjate, que va a ser que no. Querías algo, señora Paqui?
Señora-Paqui-algo-molesta-me-contesta-como-si-tuviera-tres-años: Quería hablar con tu mami, cielo. Que hace mucho que no hablamos, JEJEJEJEJ. (Yo sigo sin encontrarle la gracia a esa frase, no sé por qué se reía) Pero bueno, tu la avisas de que he bajado, vale bonita?
Yo-finjiendo-que-me-interesa-lo-que-dice: Claro que si Paqui, tu tranquila eh. Adióooooos.

Zas, portazo en toda la cara. Cómo molo, me he librado de 'La Paqui' en un momento. Me siento a ver la tele y en el mismo momento en el que cojo el mando y me dispongo a  cambiar de canal me acuerdo de Jorge.

- HOST**S! - Y me levanto en un segundo, dando un salto.

Voy corriendo al ordenador y sin pensarlo dos segundos, abro el privado.

Jorge: Lucía, respecto a lo de hoy, quería hablar contigo, pero te he estado esperando y no te has conectado. Que yo te quise, como tu me quieres a mi ahora, pero tu ya sabes que yo quiero a otra... Y bueno, eres mi mejor amiga y no quiero perderte por esto. Si me hubieses dicho esto en otro momento...

Yo-cagándome-en-Cupido: Pero queeeeeeee? Que me ha querido? O sea, qué? Pero si llevo enamorada de el un año, cuándo me ha querido y no me lo ha dicho?

Ahora es cuando yo quiero cortarme las venas, morirme, desaparecer, o lo que sea. Lo más efectivo, por favor.
Por supuesto, no le contesto al privado. Faltaría más. Aquí no ha pasado nada. Mira Lucía, que tu vales mucho, le olvidas y FIN. 
Pero me estaba engañando a mi mísma, no es olvidarle y fin. Es que le quiero. Y es que odio quererle. Y es que , lo de enamorarse no va conmigo.

Nananana Came on, nananana came on (8). Suena mi móvil. 'Amanda está llamando'. Lo cojo:

- A partir de hoy cambia todo. Me niego a los hombres, al amor, me niego a todo.
- Has leído el privado no?... - Me dice Amanda algo preocupada.
- Claro tía. Qué esperabas?
- No sé, que te ha dicho?
- (Se lo leo)
- QUE FUEEEEEEEEERTE, Pero , osea, qué? Qué? Que ha estado por ti ? !
- Si.
- Y cuándo?
- Yo que sé tía.
- Buaaaaaaaaah. flipo con la people colega. O sea, es que es mazo fuerte loqui.
- Que ya lo sé tía, ya lo sé.  Pero yo, voy a pasar de él. Mira, a partir de hoy, los hombres de usar y tirar. Ok? Yo me voy a dedicar a olvidarle. Hombre, con lo buena que estoy yo, rallarme por un tio. Ché.

miércoles, 31 de agosto de 2011

Capítulo 1. Me imagino que ya lo sabías...


- Venga, va, dilo ya, que parece que te da miedo.

- Es que me da miedo.
- ¿Tan grave es?
- A lo mejor para ti no, pero para mí, sí. Sí lo es porque...
- Porque...
- Joe, déjame ya, que no te voy a contar nada, se va a estropear todo.

Y ahí me quedé yo, quieta, manteniendo el silencio. Evitando que él supiese todo esto que me está pasando por la cabeza. Tonto no es, así que sabrá que le quiero, que le quiero mucho. Pero bueno... ya, qué más da?

- Pues que te quiero.
- Anda, y yo a ti .
- Sí, pero no nos queremos igual. Adiós, me voy, ya hablamos luego, si eso...

De vuelta a casa, andando, sola, echando de menos a alguien a mi lado que me pudiese decir que todo iba a salir bien. Pero no fue así, nada es así. En mi cabeza imagino millones de cosas que luego chocan con la realidad y se esfuman, igual que el humo de un cigarro, igual.
Por ejemplo, yo había pensado decirle esto de una manera muchísimo más bonita, y miradme, me había vuelto a estancar...

Hablé con Amanda por teléfono.

 Tía, que fuerte , y se lo dijiste así, sin más ?
- Claro tía, en algún momento tendría que decírselo, sino, sería una cobarde.
- No creas, yo muchas veces he callado todo lo que sentía.
- Yo no, no me parece justo. Pero da igual, yo ya paso de él...
- Que pasas de él? No te lo crees ni tú. Si llevas 2 horas hablandome de todo lo que ha pasado, sin parar.
- Ya bueno, pero porque necesitaba desahogarme.

En realidad ella tenía razón, no paso de él, pero porque es imposible. Le quiero. Y es mi mejor amiga, sabe más de mí, que yo. ¿A quién voy a engañar? Si es lo mejor que he tenido nunca, pero bueno, que no se entere, que si no se lo cree mucho.
Llego a casa , y lo primero que hago es encender el ordenador. Twitter, tuenti, facebook y por último, desmotivaciones. Y sólo le hago caso a tuenti, y porque tengo 1 mensaje privado DE ÉL.
Buah buah buah, pero que coj**es? Ni lo leo, es que paso, en serio. No voy a leer eso de que no es por ti es por mí, y que es mejor que seamos amigos.. Porque no.

- Lucía, a comeeeeer! - Dice mi madre gritando como si no hubiera mañana.
- Ya voooooooy.
- Ya voy no, ya.
- Pero que ya , espera, que estoy mirando una cosa.
- Que vengas ya !

Voy, como, y al ordenador otra vez. No me quito de la cabeza el privado, pero no, no lo voy a leer.
'Riiiiiiing' Suena el teléfono de casa, es Amanda, mi amiga, con la que he hablado horas antes.

- Eh nena, has leído el privado de Jorge? (Así se llama)
- Que va, paso...
- Poooooooor qué?
- Oye y tú como lo sabes? Te lo ha dicho él?
- Claro tía, que te crees? Que leo mentes ?
- No lo voy a leer, dejame un rato en paz anda. Adiós.
- Pero...