sábado, 17 de septiembre de 2011

Capítulo 4. Heladerías traicioneras.

Han pasado ya varios días desde que no hablo con él.  Y estoy aquí, frente al portatil viendo sus fotos, porque es lo más cercana que estoy a él.
Amanda y él se quieren, yo lo sé. Eso se nota. Pero Amanda no va a salir con él porque me quiere mucho, lo que pasa es que no se da cuenta de que si no sale con él, me va a hacer sentir peor a mí, porque me sentiré mal. Si se quieren, que sean felices. Además, se olvida antes a una persona cuando la ves con otra, porque sabes que ya lo único que queda, es el olvido.

Tengo que hablar con Amanda, tengo que saber si ella le quiere, pero hoy no puede ser, viene mi prima pequeña, Ariadna, a casa.

Riiiiiiing. - Suena el timbre -
- Voooooooooooooooy.
Riiiiing, riiiiin, ringringringRIIIIIIIIIIING.
- Que ya voooooooy.

Abro la puerta, y quién iba a ser. Mi tía con mi prima de sólo cuatro años, pulsando el timbre como si fuese algo divertido jod**me los oídos.

- Hoooooola. - Dice Ariadna sonríendo, sabiendo que lo que ha hecho está mal, pero no pasa nada, no le importa.
- Hooooola Ariadna , hola tía. Qué tal? Pasad.
- Bien, oye Lucía que te la dejo ya, que llego tardísimo a trabajas. A las 8 vuelvo a por ella, adióooooos. Muack.
- Adiós tía.

Ariadna pasa directamente a mi habitación. Es su próxima víctima. Adiós pintauñas nuevos, mesa recogida, y   libros. Por supuesto, de los deberes del instituto, me olvido.

Yo-intentando-ser-amable-con-la-renacuaja-que-acaba-conmigo: Venga Ariadna, a comer. Que luego voy a quedar con Amanda, y tú te vienes.
Ariadna-ignorando-completamente-lo-que-le-digo: Sí sí, pero déjame las Barbies, Lucía.
- Que luego Ariadna , vamos a comer.
- Que me des las barbies!
- A comer he dicho, jo**r!
La-niña-'toh-loca'-después-de-oir-semejante-cosa: Has dicho una palabrota, has dicho una palabrotaaaaaaa.

Dios, dame paciencia, que como me des fuerza, acabo con ella.

Terminamos de comer, y ya he hablado con Amanda y he quedado con ella en que nos vemos a las 6 en la heladería. Todavía queda tiempo, así que decido tumbarme un poquito en la cama. Porque me ha llegado un mensaje de Jorge, y no lo he respondido. Ni lo he abierto, me espero que ponga cualquier cosa ahí.
Pero, como es de esperar, lo abro. Porque no lo puedo evitar, soy impaciente y cotilla.

Jorge: Lucía, me ha dicho Amanda que habéis quedado esta tarde en la heladería. Voy  a ir, hacer mucho que no nos vemos y me apetece verte. No quiero que nos distanciemos. Un beso.

Estoy tan destrozada por todo, que no me sale ni el : ' QUEEEEEEE? ' que suelo decir cuando me impresiona algo. Ni un solo 'va tio'. Nada. Muda.
Será porque quiero verle...

Ariadna está viendo Dora la exploradora y son las seis menos diez. Llegamos tarde.

- Ariadna, no te lo repito, vamos , que me voy sin ti. Te lo prometo.
- Que no joeeeee, que están rescatando al perezoso del árbol.
- Como si rescatan a Don Quijote de un parque eólico. VAMOS.
- Esto no es vida.
- Pero qué dices? Si tienes cuatro años, y te quejas porque no ves el final de Dora. Pues mira, van a salvarle , vale? Y van a ser felices todos. Tranquila.
- Déjame.

Vamos de la mano por el parque, y me va contando cosas de niños de cuatro años. La verdad es que me encanta. Es como mi hermanita pequeña.
Tenemos que pasar por un paso de cebra antes de llegar a la heladería, está justo en frente. Y ya veo a Jorge y a Amanda sonríendome porque me han visto. Les devuelvo la sonrisa, y Ariadna solo dice algo relacionado con : qué chico más guapo. Joder con la niña.
En el paso de cebra no paran de pasar coches y no me dejan, esta al lado de una rotonda. Algo peligrosa, la verdad. Y como no tengo paciencia, cruzo. Lo que no tenía pensado era que me atropellasen.

No sé ni cómo está Ariadna. Oigo la voz de Jorge pidiendo ayuda, y de Amanda gritando. Pero ya sí sé cómo está Ariadna, porque la oigo preguntar por mí. Y yo estoy tirada en el suelo. Noto como me cogen y me meten en una ambulancia. Debo estar llena de sangre, me molesta mucho todo el cuerpo.
Y en lo poco que me queda de conocimiento suena esta canción.



Y ya no sé ni qué pasa, ni dónde estoy, ni quién soy.

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